domingo, 29 de septiembre de 2013

Mujer de su casa.

Esta es una frase que viene rondándome la cabeza desde hace un tiempo y que consigue realmente romperme los esquemas. ¿Qué mierda significa ser una “mujer de tu casa”? ¿Alguien lo sabe? 

No sé si en otras ciudades españolas o en otros países cobra algún sentido la frasecita, pero yo la llevo escuchando desde pequeña y todavía no sé que quieren decir con eso. ¿Cómo que tengo que ser una mujer de mi casa? ¿Acaso no lo soy ya, desde que nací y mis padres me trajeron aquí? ¿De qué casa voy a ser sino, de la del  vecino del  5º?
En realidad si sé lo que quieren decir con esa frase, pero se esconde tanto machismo retrógrado detrás, que los muy listos, por no decir otra cosa, lo han querido maquillar con 2 palabras aparentemente inofensivas: mujer y casa. ¡Já! Parece de un capítulo de Barrio Sésamo, por dios.

Detrás de toda esta parafernalia, lo que se esconde es el mayor de los preceptos del machismo más totalitario. Con que tiene cojones. Una mujer tiene que hacer algo para ser de su casa, el hombre por lo contrario, lo es de pleno derecho. La habrá construido él, digo yo, y la mujer es una especie de “inquilina” que tiene que pagar una especie de “alquiler” para ganarse esta especie de, tan prestigioso, título: “La mujer de su casa”, (a lo Al Pacino, y con voz de presentador de televisión), ¡por favor!  Pues por mí, pueden meterse la casa por donde les quepa, que yo paso de alquileres e hipotecas de por vida.

Pero encima, lo peor de todo esto es que, quienes utilizan esa frase, quienes la lanzan a la cara de otras mujeres cual veneno de víbora, son las propias féminas. No me queda la menor duda de que, tras un hombre machista, hay una gran “mujer de su casa” machista, obviamente. Al menos, a los hombres no los podemos tildar de culpables de todo este asunto, quizá solo serían culpables de ser listos, de aprovecharse de esos privilegios que, alguien, de sexo femenino sospecho, les otorgó algún día. ¿quién iba a ser tan tonto de no dejar que les hagan la cama, la comida, les planchen la ropa y un largo etcétera de tareas poco apetecibles de realizar? Al menos el 95% de ellos está claro que no.

Pues miren, señoras de sus casas, la vida está para vivirla y no para limpiarla. Hay que ser limpios y ordenados, claro está, pero hay VIDA después del palo de la fregona o el olor a lejía en las manos. Así que, háganse un favor, a ustedes y a las próximas generaciones, y enseñen a sus hij@s a colaborar por igual, a estudiar por igual y a respetar por igual. Porque la escusa de que el hombre, desde época neandertal, se encargaba de matar al mamut, y la mujer se quedaba en la chocita con las labores propias de su sexo, esa excusa está ya caduca. Porque mamuts ya no quedan, y si quedara alguno por ahí vivo, les digo yo que huiría nada más con ver cómo una mujer es capaz, de hablar por teléfono, pelar patatas y lanzarles a sus hijos una zapatilla, que con efecto boomerang, les da a ambos en la nuca y los pone en pie para que pongan la mesa, que es hora de comer ¡host…!

Matemos al mamut machista que tenemos todos en la cabeza y cambiemos la frasecita “mujer de tu casa” por otra que creo que suena mejor. Seamos todos hombres y mujeres de mundo.

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