martes, 1 de octubre de 2013

Instinto

En algún sitio escuchó, o quizá leyó, no lo recuerda bien, que puedes recibir todo el entrenamiento del mundo, pero que el valor no se enseña, que hay que dejarse llevar por el instinto. Y su instinto le decía, o más bien le gritaba, que tenía que conocerlo, se lo ordenaba casi, se lo imploraba. Lo cierto es que ella creía conocerlo ya, al menos a una parte esencial de él. Esa parte que quedaba impregnada en sus palabras, las mismas, que a modo de bálsamo curador, le estaban sujetando el alma con alfileres en estos momentos de su vida.

Fue en un día como cualquier otro. Ella andaba buscando por la red algo medianamente interesante, algo que la distrajera momentaneamente, hasta que el sueño diera alguna señal de vida y sus ojos se desplomaran abatidos. De repente, encontró un texto que hablaba sobre una experiencia que le parecía vivida en sus propias carnes si cabe. Alguien se encontraba relatando historias sobre un viaje mágico, un viaje lleno de amigos nuevos, de ciudades nuevas, de nuevos idiomas... Ella sabía de lo que hablaban, ella había estado allí, y no hacía mucho por cierto, ella había probado de ese néctar de libertad y cosmopolismo...

Rapidamente necesitó saber más sobre esa persona que parecía haberle leido la mente y el alma cuando estuvo escribiendo ese texto.
Desde entonces, no ha parado de conocerlo, de leerlo más bien, pues era su unica forma de conocerlo.
Ella lo intuía, lo percibía. Y lo percibía como un ser tímido e íntegro, con una pizca de chulería que resultaba tremendamente sexi. Fiel a amistades y familia, también a sus parejas, aunque desconocía si la tenía. Inteligente y listo a la par, que no es lo mismo. Nada egoísta, pero sí orgulloso, aunque esto último no sabe en qué medida. Sonaba a alguien cariñoso y hasta se atrevería a decir que muy madrero, aunque independiente. Necesita su espacio y su tiempo. Profundo y sensible, aunque esta faceta se la guardara para él y se liberará de ella a través de sus escritos.  Y finalmente, lo que más le gusta, su estilo. Un estilo propio, que irradia personalidad y originalidad en cantidades industriales. Así es este misterioso personaje que se ha colado en su vida por la puerta de atrás. Y mientras más lo lee, más ansía poder comprobar si está equivocada o no en su juicio.
Y aunque cree en el destino, ve difícil que éste pueda unirlos en algún momento y les regale unos instante de café, humo y conversación. Él es demasiado tímido. Ella, demasiado ilusa.

"Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su realidad". Mario Benedetti.

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