domingo, 9 de febrero de 2014

Cobarde

Ultimamente se siente cobarde. Su cuerpo y su cabeza le piden claramente algo, no tanto quizás su corazón que está un tanto pasota. En su mundo, estable aunque algo monótono, alguien anda trastocándolo todo, revolucionando por momentos esa calma y esa quietud que se había procurado para sí mismo. Consigue que deje de ser él al 100%, lo pone nervioso, a veces hasta se bloquea, sin que entienda el porqué, pues no se considera fácilmente impresionable.

Claro que, no estamos hablando de una persona cualquiera. Ella es una persona totalmente esperpéntica, algo fuera de lo común, tremendamente original e ingeniosa. Brillante, diría él. No es una persona de a pie, no entra dentro de lo normal ni lo convencional. Eso es lo que le gusta. Que no sigue lo marcado ni lo ordenado por nada ni nadie. Alguien con sus propias pasiones, algunas muy en común con él, de seguras y fuertes convicciones, alguien que otros definirían como "todo un personaje".
Pero a él ese personaje lo trae loco, teniendo en él un doble efecto: por un lado lo paraliza, hasta llegar a producirse esos incómodos silencios en los que no sabes dónde mirar ni de qué hablar, por otro, hacía que se quedara siempre con ganas de más. De más conocerla, de más mirarla, de más oírla, de más todo...

Y cuántas cosas no le diría, si fuera el caso de decírselas. Y cuántas palabras no intentarían hacerle el favor de expresar lo que tan fácilmente dice su mirada cuando la tiene delante.
Pero las tiene prisioneras de su boca. Castigadas. No las deja salir porque quiere que aprendan que no siempre es que sí. Que no hay que dejar tan desprotegida el alma, pues quien quiera entenderse con ella solo tiene que fijarse en cómo lo miras, y que en ese idioma, el de las miradas, le estás gritando lo mucho que te gusta pasar tiempo a su lado, que te haga reír, lo mucho que te fascinan sus maneras...

Pero se acobarda. No se atreve a apostar más duro, no sabe si es mejor el pájaro en mano o el ciento volando. Es un riesgo a correr y está a medias, conformándose con lo que hay pero sabiendo que en algún momento le será insuficiente.

Por lo pronto, y como las palabras se las lleva el viento, procurará seguir disfrutando de los hechos, y derritiéndose al mirarla y derritiendo todo lo que los rodee, pues el primer beso no se da con los labios.